Las puertas del consuelo

Al subir por la escalera y girar a la derecha, te encontraras en un pasillo con cuatro puertas. Observa la primera, la más cercana, hecha de madera con grabados que simulan ser dunas de arena e incrustaciones de marfil. Su nombre es sueño y tras ella se hayan todas las cosas que no fueron, no han sido y nunca serán, es el lugar donde a los niños y los corazones ingenuos e ilusos suelen escapar. 

La que esta frente de ella de un pálido color gris, vieja y en algunas zonas podrida, cuyos relieves parecen dar forma a un abismo sin fin lleva por nombre olvido. Es detrás de ella donde se esconden los recuerdos dolorosos y los momentos penosos que con los que las personas no pueden liderar, ni en vigilia, estando plenamente conscientes de ellos, ni en sus sueños donde se repiten una y otra vez en un bucle de vil tormento. Es ella la que muchas veces da el alivio que permite a todos continuar. 

La siguiente puerta con grabados en espiral, relieves que asemejan flores y pintarrajeada de mil y un colores lleva por nombre delirio. Y tras ella se encuentra un reino del que cuando entras ya no hay manera de regresar. Es el hogar de aquellas mentes exhaustas, rotas y despedazadas que ya no pueden liderar con la realidad. Que tras el sueño no hayan el consuelo que les de paz, que en el olvido no pueden abandonar la carga que es la verdad. Es tras ella, donde sus mentes quedan atropadas en el dolor, el miedo, la angustia y el pesar. Y aunque algunos encuentren algo que en cierta manera les pueda consolar, nunca, nunca volverán a ser  igual. 

Al final del pasillo se encuentra la última de las puertas, si es que así puede llamarse, pues es solo un umbral cuidadosamente cubierto por un velo oscuro, tan negro que no hay nada con lo que se le pueda comparar. Algunos le llaman la salida del cobarde, pues aquellos que han perdido toda voluntad de continuar la toman sin dudar; también es conocida como la puerta trasera, ya que se dice que por ella huyen quienes no encuentran una salida a lo que vida les preparase. Pero ciertamente aquellos que le llaman el destino final son los que se acercan a lo que es en realidad. Después de todo todos algún día ese velo hemos de cruzar. Su nombre es muerte y será la última que se ha de cerrar.