Lo que soy

Lo que soy

Oscuridad. Entera y absoluta oscuridad que se extiende hacia los más lejanos e infinitos rincones del universo. Eso es todo lo que hay. Es todo lo que siempre ha existido y sigue y seguirá existiendo. Inmútale, invariable, siempre constante, así es como es ella, tal y como debe de ser, tal como siempre ha sido, tal como siempre será. Oscuridad, solo oscuridad y nada más, ¿O no? Pues a pesar de que no hay nada más a su alrededor, él sabe que no esta solo. Puede sentirlo, aunque no se explica como, solo lo siente. No, más que eso, él lo sabe.

Una sensación amenazadora le recorre, asiéndole sentir un profundo temor que nunca antes había experimentado, y sabía que aquella sensación es producida por aquella presencia que le acompaña en la oscuridad en la que se encontraba envuelto, el solo saberlo le perturbaba, pues por alguna razón sabía que aquella presencia era maligna y ridículamente peligrosa. Pero y a pesar de lo muy extraño que parezca, no solo encontraba aquella sensación amenazadora, si no también esa presencia maligna le parecían extrañamente familiar.

Permaneció en silencio, tenia miedo, no podía moverse pero pese a todo estaba alerta, esperando lo peor y al mismo tiempo rogando por que esa presencia desapareciera. Si embargo eso no paso. Al contrario se intensifico, volviéndose cada vez más y más fuerte, más aterradora, más maligna, más peligrosa. No. No era así. Era otra cosa, la presencia no se volvía más fuerte de lo que era, tampoco más maligna, siempre había sido así. Ella avanzaba, a un ritmo constante y firme en su dirección, por eso la sentía más aterradora, más peligrosa, se acercaba a él.

Las piernas comenzaban a temblarle, no podía parar, simplemente no le respondían. Una extraña sacudida se apodero de él, la sensación era terrible, incontrolable, su cuerpo no respondía, se encontraba paralizado por el miedo. Y de un momento a otro recupero el control, sin embargo había algo extraño y no tardo en darse cuenta de ello, aquella presencia dejo de avanzar. Pero ya estaba cerca, muy cerca, sin embargo la profunda oscuridad le impedía saber que tanto, podía estar a escasos centímetros de él o quizás a poco más de un metro de distancia o tal vez menos.

Guardo cautela, procurando no hacer un movimiento en falso, algo que pudiera resultar fatal. Pronto comenzó a relajarse, comenzaba a acostumbrarse, no a lo amenazador de la presencia, ni a la maldad que emitía, si no a lo familiar que le resultaba, mas no podía olvidar lo peligrosa que era.
De pronto una sensación diferente lo inundo, era un impulso, y no sabia por que pero tenia que hablar, por lo que lo hizo.

-¿Quién eres?- Preguntó sin pensarlo.

-Tú sabes quien soy.- Respondió aquella presencia.

-No. No lo se. – Negó él.

-Por supuesto que lo sabes, pero te niegas en reconocerlo.- Argumento la presencia.

-Mientes.

-Si es así, ¿Entonces por que te parezco tan familiar?- Dijo la presencia como si supiera de las sensaciones
que experimentaba él.

-Tu…- Dijo titubeante- ¡No!- Termino por gritar él.

-¿Por qué reniegas tanto?- Pregunto la presencia.

-Es imposible- Contesto él

-Nada es imposible, aun si piensas que lo es puedes convertir lo imposible en algo totalmente alcanzable, solo tienes que creer. Así es como funciona la realidad.

-Tu no puede ser…- Dijo él.

-Lo soy.

-No.

-Sabes que es verdad. Solo busca en tu interior.

Impotente y confuso él se acuclillo llevándose las manos a la cabeza, negando una y otra vez lo que parecía ser la terrible verdad.

-Tú no puedes ser yo- Dijo él al fin. – Yo no soy así. Tú causas temor, eres amenazante, eres maldad pura, no puedes ser yo.

-Haz contenido demasiado odio durante todos estos años, es por eso que soy tan fuerte.

-No, no.

-No tienes por que avergonzarte, existe un yo como yo en todos los demás, en quienes conoces y quienes no conoces, todo el mundo posee uno.

Él no respondió a eso. Permaneció en silencio, confundido e incrédulo. El nunca había mostrado odio ni desprecio por nadie ni nada, siempre había vivido sin dejar que esos malos sentimientos le dominaran, amando al prójimo e incluso a quienes le hacían daño, siempre ponía la otra mejilla, como debía de ser, como había sido ordenado. Veía por el bienestar de todos, del pobre, del desamparado, del inválido y del enfermo, del hombre promedio, de la mujer, de los niños e incluso de la clase alta. Y aun así, estaba ahí, inmerso en la profunda y absoluta oscuridad, perdido y confundido, sin saber que hacer. Fue en ese entonces que se le ocurrió preguntarse: “¿Y si todo eso que he contenido es lo que me tiene aquí? ¿Podría ser acaso que el odio no liberado haya alcanzado sus limites y sea eso lo que me esta aquejando? ¿Seria posible sentirme mejor si dejara salir todo eso que cargo?”

Levanto un poco su mirada, sin embargo seguía sin poder ver nada. No obstante la presencia seguía ahí.

-Entonces ¿Tu eres…? – Pregunto él.

-Yo soy la representación de lo oscuridad que hay en ti.

-¿Y este lugar…?

-Es la parte de tu corazón en la que habito.

-¿Entonces soy malvado? – Pregunto

-Todo somos malvados. – Contesto la presencia – Pero también, todos somos benévolos. Se puede ser más malvado o más benévolo, pero nunca solo uno.- Agrego.

-¿Qué soy yo para ti?

-Eres la representación de la luz que hay en mi.

-Lo opuesto.

-Si.

-Entonces yo soy tu y tu eres yo, yo soy luz y tu oscuridad, pero al mismo tiempo también soy oscuridad y tu eres luz, pues ambos somos uno.

-Exacto.

-Ya no me siento tan perdido.

-Es por que comienzas a aceptarlo.

- ¿Qué tengo que hacer ahora?

- Solo vivir.

-Pero, ¿Y si hiero a alguien?

- Eso es inevitable – Dijo la oscuridad – Pero no hay nada que no se pueda arreglar. Solo sigue adelante.

-De acuerdo.

-Y siempre recuerda, tu eres yo…

-… y yo soy tu…

-…y ambos somos uno solo- concluyeron en una sola voz decidida a continuar con la vida, sin temer a demostrar su molestia ante quien se lo mereciera, pero sin dejar de velar por quien le necesitara.


El odio, como veneno que es, siempre dañara a su potador, especialmente cuando permanece con él mucho tiempo, es por eso que si tu al igual que yo no puedes librarte de el a través del amor y del perdón, te aconsejo que lo dejes salir, no con violencia, pues hay muchas maneras de hacerlo, un buen ejemplo es esto que he hecho.