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La caja
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La caja
Me hubiera justado que Manto dejara primero su relato para evitar el doble post, pero como no se si tendre tiempo aqui lo dejo.
Espero que les guste.
Espero que les guste.
- La caja:
Fue un día que volvía a casa después de la universidad cuando la caja llego a mis manos. Debí de suponer que algo raro ocurría desde el momento en el que comencé a andar, pues sin una razón en especial decidí tomar un camino diferente al habitual.
No recuerdo exactamente cuántas calles camine, solo sé que al doblar una esquina me topé con un viejo y descuidado local. El toldo que se hallaba sobre la entrada estaba sucio y raido, seguramente por los fuertes vientos y lluvias que suelen azotar en la ciudad; la puerta, de madera vieja y podría había sido vandalizada con grafitis sin sentido que no decían más que palabrotas. Pero sorprendentemente la vitrina de exhibición que daba en a la calle estaba intacta, pese a lo sucia y opaca que se veía, quizás la cortina de metal retractable que estaba instalada sobre ella sea la razón de su supervivencia. Seguramente ha sido así.
Quise pasar de largo, no obstante me detuve frente al vitral de aquella ruinosa tienda sin proponérmelo, fue esa la primera vez que la vi. A simple vista no parecía gran cosa, solo una pequeña caja de madera, no más grande que un estuche para abanos, su color negro como el carbón tampoco resultaba algo especial o sobre saliente. Y sin embargo, poseía un algo que no podías ver, pero sí sentir, un atractivo intangible, indescifrable, como la misteriosa mirada de un gato que te cautiva cuando le miras fijamente. Supongo que fue debido a esa atracción que entre a la tienda.
El aire en el interior se sentía pesado, di una sutil pero profunda inhalación, más todo lo que llego a mi nariz fue el aroma del incienso y de algunas velas aromáticas. Mire alrededor, el lugar no era tan pequeño como parecía, sin embargo daba esa sensación pues se encontraba repleto de cachivaches, algunas podrían considerarse como reliquias o antigüedades, pero en su mayoría no había más que basura y cosas inútiles. Un viejo paraguas agujerado, un juego de té sucio e incompleto, un antiguo candelabro roto, una muñeca de porcelana sin un brazo, un extraño pisa papeles cuadrado y un raro medallón oxidado… Cosas como esas se amontonaban en los estantes.
Caminé hacia el aparador del vitral cuando escuche una puerta abrirse al fondo. Gire mi vista hacia aquel lugar encontrándome con el dependiente de la tienda. Un hombre anciano que debía de tener más de ochenta años, no era precisamente bajo, pero estaba tan encorvado que parecía que lo era, sus cabellos habían desaparecido dejando a la vista una calva fea y tan arrugada como su rostro decorado con manchas dérmicas, sus ojos cansados y ojerosos tenían una expresión huraña, la cual desapareció al verme dando paso a algo parecido a la sorpresa y al alivio.
-¡Al fin llegas!- Me dijo y camino hacia mi más rápido de lo que me hubiera imaginado- Llevo todo el día esperándote, comenzaba a parecerme raro que no vinieras.
-Disculpe…-Trate de hablar pero él me mando a callar con un gesto de su mano.
-No, no, no es necesario. Sé a qué has venido- Declaró y se acerco al aparador del vitral tomando la caja para después ofrecérmela. – Aquí tienes.
Extendí mi mano y la tomé sin pensarlo, quizás nuevamente manipulado por la atracción que aquella caja tenia sobre mí. Me sorprendí al sentir su peso en mi mano, no era para nada ligera, si no todo lo contrario, la sujete con ambas manos y me di cuenta de lo gruesa que era la madera. Pose mis ojos sobre la tapa, ahí se encontraba un extraño símbolo que nunca antes había visto, tres figuras geométricas, un circulo un triangulo y un cuadrado entrecruzados. Recorrí con mi mano su superficie notando otros grabados, tan discretos que no se apreciaban a simple vista. Di un ligero, pero firme golpe sobre la tapa, esperando escuchar un sonido hueco, no obstante como respuesta tuve el sordo sonido de la madera solida. Me propuse a abrirla cuando note que no tenía forma de hacerlo. En ella no había ningún seguro, algún tipo de cerradura, ni nada remotamente parecido a unas bisagras. La gire en mi manos examinándola, buscando algún punto de donde abrirla, pero sencillamente no existía, fue hasta ese momento en el que repara en que aquel objeto parecía más un bloque de madera a una caja. Pero desde luego que se trataba de una caja, no podía no serlo
-Llego esta mañana, pero por alguna razón supuse que vendrías por ella antes de que te llamara.
Lo mire a los ojos con extrañeza, totalmente confundido, y al hacerlo lo entendí todo, una fina capa opaca cubría sus ojos, aquel anciano hombre tenía cataratas, me confundía con otra persona.
-Yo no encargue esta caja- Dije-Lo siento señor, pero me confunde.
-¿Acaso no eres Oberey O’donell?
Me quede paralizado. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Coincidencia? No. No podría serlo.Retrocedí un paso asustado, él lo noto y dijo:
-Apresurare, ve a casa, querrás saber que hay en ella. No tienes que pagar nada.
Tras aquellas palabras di media vuelta y salí corriendo de la tienda.
No recuerdo que paso después. Cuando me di cuenta ya me encontraba en mi recamara sentado sobre la cama y con la vista posada en mi escritorio donde reposaba aquella caja.
La habitación estaba a oscuras, observe a mí alrededor y vi que las cortinas estaban corridas. Me levante y fui hacia ellas dispuesto a abrirlas, más al hacerlo descubrí que la noche ya había caído. Deje las cortinas como estaban y me dirigí al interruptor de la habitación, sin embargo este no encendió los focos. Moví de un lado a otro el interruptor un par de veces más, pero nada ocurrió.
Sin saber porque pose mi mirada sobre la caja, algo comenzaba a preocuparme. Una sensación de pavor recorrió mi espalda hasta llegar a mi nuca, sentí como los cabellos se me erizaron. Algo realmente extraño ocurría y no podía evitar relacionarlo con aquel extraño objeto.
Quise huir, abandonar la habitación y alejarme de aquella caja. Le ordene a mis piernas moverse y estas lo hicieron… Pero en dirección contraria a la salida. Di un paso y luego otro y otro más, con cada paso que daba estaba más cerca del objeto del cual me quería alejar.
Una luz azulada ilumino la habitación, poco después el rugido ensordecedor del trueno se hizo presente. Me encogí asustado y cerré los ojos. Tras unos cuantos segundos los abrí con temor, sin embargo ese temor desapareció al encontrar la habitación iluminada por la luz blanca del foco de mi habitación. Me deje caer al piso y suspire aliviado. Solo había sido una falla eléctrica.
Mire mi reloj, eran cerca de las 10 pm cuando comencé a hacer los deberes, sin embargo mi atención se alejaba constantemente de ellos y se posaba en la caja, harto de los deberes o tal vez seducido por su atractivo, volvía tomarla entre mis manos, la examine de nuevo con más detenimiento, sin embargo no discernía nada nuevo, los mismos grabados, el mismo símbolo, todo era lo mismo. Hasta que lo vi.
Nunca me hubiera dado cuenta de ello de no ser porque la alcé sobre mi cabeza justo donde la luz brillaba con más intensidad. Una pequeña línea partía la caja justo por la mitad, no era más gruesa que un naipe y con la madera tan lisa era imposible detectarla mediante el tacto. Sin embargo ahí estaba, la unión entre la tapa y la base. Más aun no entendía como abrirla, sin bisagras, sin un seguro visible....deje la caja de nuevo sobre el escritorio y fui a la cocina, tanto pensar me había dado hambre. Saque un pastel de la nevera y tome un cuchillo para partirlo. Entonces me detuve. Mire el cuchillo con detenimiento, su hoja era delgada y filosa y el mango de madera completamente rectangular, voltee a ver la cuchillera, entonces lo entendí. Volví a colocar el cuchillo y este embono a la perfección, coloque el juego completo y de pronto la cuchillera se había transformado en un bloque de madera rectangular. Saque y volví a colocar varios cuchillos emocionado antes de soltar el pastel y correr de vuelta hacia mi habitación. Lo tenía, lo tenía. Ya sabía cómo abrirla.
Me abalance sobre el escritorio y tome la caja, sin perder tiempo sujete la tapa y tire de ella. Nada paso. No obstante no me rendí y seguí tratando. Tenía que abrirse así, no había otra manara. Continúe tirando de ella durante horas, al principio no sucedía nada, pero fue cuando comenzaba a sentir ampollas en los dedos cuando note como de manera sutil la tapa se deslizaba hacia afuera, hice más fuerza tratando de arrancarla, sin embargo no lo conseguí. Pero había conseguido moverla, la mire nuevamente y comprobé que la leve franja donde se unían ambas partes de la caja se había ensanchado.
Contento por mi progreso, apague las luces y me fui dormir completamente agotado.
A la mañana siguiente recibí al astro rey con los ojos abiertos, enrojecidos y con unas marcadas ojeras.
Después de apagar la luz extraños sonidos aparecieron dentro de la habitación. Sonidos guturales, parecidos a voces que hablaban en una lengua extraña, lamentos y gritos. No tuve que esforzarme por encontrar la fuente de aquellos horripilantes ecos, sabía muy bien de donde venían, por lo que no dejaba de preguntarme que había hecho tratar de abrir la caja. Sin embargo, aquellos ruidos no eran constantes, duraron horas, si, pero al final cesaron y derrotado por el cansancio pude caer tras las cortinas del sueño.
Pero aquello no fue un alivio. Terrores entraban y salían de mis sueños, seres amorfos y lúgubres peleaban y jugaban conmigo torturándome de forma tan macabra y dolorosa que termine desdiciendo por no dormir. Por lo que pase el resto de la noche sentado sobre la cama con las rodillas encogidas hacia el pecho y temblando de miedo, pues aunque los sonidos ya no se escuchaban, aunque aquellos seres de pesadilla ya no me atacaban, no dejaba de sentir la fija mirada de un ser oscuro posado sobre mí. Yo no podía verlo, pero sabía que él ahí estaba, acechándome, esperando la oportunidad que le brindaría cualquier leve descuido.
Lloré, en silencio y aterrado como nunca lo había hecho. Llore hasta el amanecer cuando ante mis ojos rojos e inflamados un frágil fulgor verde apareció del interior de aquella caja.
Aquel día no fui a clases. No estaba en condiciones de hacerlo. Pero si salí, y lleve aquella caja conmigo. Estaba dispuesto a regresársela a aquel anciano. Camine durante horas hasta que por fin di con la calle en la que se encontraba la tienda. Me acerque a ella pese a que se veía claramente cerrada y llame a la puerta. Nadie contesto. Insistí por casi una hora, hasta que la encargada de una tienda cercana se acerco a mí y me dijo:
-Ese local tiene años cerrado. Nadie te va a abrir.
-Imposible- Le dije- Entre aquí apenas ayer y hable con el dependiente.
-Debes de estar confundido chico- Dijo- El Sr. Hamish lleva seis años muerto.
-No…no.
-Sí. Ve a casa no te ves muy bien. – Dijo y regreso a tu tienda.
Incrédulo y completamente asustado, cerré los puños y eche a correr de vuelta a mi hogar. No podía estar pasando, esto no podía ser real. Tenía que tratarse de una broma o… no, no había forma de explicarlo.
Entre casa y coloque la caja sobre el escritorio. Esta vez empuje la tapa, tratando de cerrarla, pero esta no cedía. Me llevo todo el día, no comí ni bebí, ni siquiera me di cuenta de que ya había anochecido cuando la empuje con toda mis fuerzas poniendo el peso neto de mi cuerpo en ello, más esta no se cerro, al contrario, parecía como si la tapa se levantara cada vez más lo cual me parecía inexplicable.
Aterrado golpee la caja con la mano, una y otra y otra vez, mientras gritaba aterrado. Pero una vez más lo único que conseguí fue que la tapa se elevara mas. Fue en ese momento en el que tómela peor decisión de mi vida. Cegado por la ira y la desesperación tome la caja y la arrogue contra la pared al otro lado de la habitación, la pequeña caja negra cruzo el cuarto dando giros en el aire hasta que se impacto de lleno en el muro y al hacerlo la tapa cedió finalmente y cayo apartada del resto de la caja.
Una espesa niebla comenzó a salir de la caja y junto con ella un agudo grito infernal, el cual me destrozo los tímpanos. Grite. Aterrado y de dolor, cubriéndome los ensangrentados oídos, sin que sirviera de algo, me tire al piso e hice de mi un ovillo, cerré los ojos y comencé a llorar. Pronto el sonido ceso, pero solo para ser sustituido por una aterradora respiración. Abrí los ojos inseguro de lo que me iba a encontrar y entonces lo vi. No era más que la mitad de la bestia, el resto de su cuerpo se mantenía oculto por la niebla, pero no necesitaba verlo por completo para saber lo aterrador que era. Su torso alargado al igual que sus brazos con afiladas garras, su cabeza de cabra y cuernos curvados y unos intensos ojos de un verde enfermizo y nauseabundo. Por su forma de mirarme no dude que se trataran de los mismos ojos que me habían estado vigilándola noche pasada.
Y por primera vez en mucho tiempo sentí fe. Moví los labios tratando de pronunciar una oración, no obstante aquella bestia me tomo por la garganta antes de que pudiera emitir sonido alguno. Sentí como me jalaba hacia él y de pronto todo se volvió confuso y turbulento.
Para cuando esa sensación desapareció, me percate que estaba en otro lugar, cuatro paredes negras y altas me rodeaban. Alcé mi vista buscando una salida y lo que vi me dejo aterrado. Un techo, muy a lo alto se alzaba sobre mí, pero no era negro ni se trataba de ningún techo extraño, era el techo de mi propia habitación. Grite horrorizado al comprender lo que ocurría, más mi grito fue ahogado por el sonido de unos pasos. Alguien se acercaba, ¿Pero quién? El techo desapareció de mi vista y en su lugar apareció un rostro, viejo y arrugado, con manchas dermaticas y cataratas en los ojos. Quede paralizado sin saber qué hacer, quería gritar, pero ¿Porqué? ¿De ira o de terror? Antes de que pudiera hacer algo una sonrisa complacida se dibujo en sus viejos y escamosos labios. Entonces grite, completamente aterrado pues sabía lo que haría. La poca luz que había fue desapareciendo a medida de que la tapa se cerraba hasta sellar completamente la caja.
Re: La caja
Me gustó cómo está llevado y los climas que maneja. Cuando apareció el viejo en la tienda para darle la caja no supe qué pensar (es que mi mente intenta siempre descubrir o imaginar todo lo oculto en las historias). Y luego al final... maldito viejo!
Dos o tres cosas me hicieron gracia porque utilizamos elementos similares.
Saludos!
Dos o tres cosas me hicieron gracia porque utilizamos elementos similares.
Saludos!
Re: La caja
Gracias por tu comentario manto.
La verdad no sabia que escribir, originalmente se iba a tratar de una puerta y un niño pero la historia..... se torno poco aterradora. Entonces recordé un acertijo y vino a mi mente una caja, luego todo surgió por si solo, o al menos la mayoría, mi intención era que el chico encontrara la caja de manera casual, pero la tienda y el anciano salieron de la nada y como me gusto quede conforme con eso.
La verdad no sabia que escribir, originalmente se iba a tratar de una puerta y un niño pero la historia..... se torno poco aterradora. Entonces recordé un acertijo y vino a mi mente una caja, luego todo surgió por si solo, o al menos la mayoría, mi intención era que el chico encontrara la caja de manera casual, pero la tienda y el anciano salieron de la nada y como me gusto quede conforme con eso.
Re: La caja
D:!!, Pobre chamaco se lo llevo el viejo. Que su mama nunca le dijo que no le hiciera caso a extraños.
Me gusto la historia, con forme avanza se vuelve mas aterrador :c
Me gusto la historia, con forme avanza se vuelve mas aterrador :c
FN Minimi- Bardo
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 09/11/2012
Insignias :
Re: La caja
gracias por tu comentario minimi, de verdad tus palabras me resultan alentadoras, este tipo de cosas siento que se me dificultan a veces y me da la sensacion de que no asustan ni aun gatito.
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