Silenciador

Él se paseaba, pensando, con una mano en la barbilla y la otra en el bolsillo de la chaqueta. Llevaba un rato asi dando vueltas, tanto que incluso ya había anochecido y él parecía no darse cuenta de ello. 

Entonces se detuvo, y con una expresión triunfante volteo hacia quienes se encontraban en la habitación consigo. 

-Creo que lo tengo – Dijo sonriente- El acertijo no se refiere a…

Un estruendo le interrumpió y sus palabras callaron al instante. Los destellos de la luna se reflejaron en los fragmentos del cristal roto que caían raudos al suelo, cegando por un momento a quienes se encontraban ahí dentro.  A penas y tuvo tiempo de volver la mirada y ver la oscura silueta que sobre él se abalanzaba. Sintió como su golpe lo lanzaba contra la pared. Su cabeza se estampo contra ella y se sacudió con fuerza, aturdido sintió un líquido caliente en su abdomen, seguido de un agudo dolor, y después otro y otro y otro más hasta que dejo de sentirlo y su cuerpo se vio entumido y su respiración se entrecorto. La oscura silueta se apartó hacia a un lado dejándolo caer al piso sangrando, donde perdió el conocimiento y sus ojos perdieron la luz volviéndose blancos. 

La conmoción  que había aparecido se esfumo tan rápido como llego y un grito ahogado e incrédulo resonó en la habitación.

-Cedrick- Pronunció Dalia incrédula y pasmada.

 A su lado Bryan desenfundaba su revólver y con él apuntó al intruso. Este arrogó su puñal hacia sus ojos. El arma y la bala se cruzaron en el aire, más ninguno dio en su objetivo, el puñal del asesino había conseguido hacer fallar al tirador. El hombre que parecía ser solo una silueta en la oscuridad  se apresuró y arrogo una daga, esta vez a la lámpara de aceite que había sobre el escritorio, rompiéndola y haciéndola caer sobre los documentos que se hallaban sobre este, los cuales no tardaron en incendiarse. Bryan volvió a disparar, pero la bala una vez más falló el blanco, pues la oscura silueta del asesino se había precipitado hacia la ventana por la que había llegado, escurriéndose entre las sombras del jardín y desapareciendo sin dejar rastro. 

Furioso Bryan pensó en seguirlo, más el grito desesperado de Dalia llamó su atención.

-¡No, no, no!- Decía ella mientras intentaba en vano apagar el fuego y salvar los documentos.

Bryan se acercó a ella para ayudarle, pero ya era demasiado tarde, los viejos papeles habían ardido tan fáciles que ya no eran más que un montón de cenizas. Un grito furioso salió de su la garganta, Todo aquello por lo que había trabajado se había perdido y el hombre que había parecido resolver el misterio yacía muerto en el piso. 

 
Dalia le tomo del brazo y se abrazó a él tratando de calmarlo, pero no había fuerza que en ese momento pudiera apaciguarlo.  La solución, la verdad, la respuesta al acertijo y la piedra del cielo… se había escurrido de nuevo entre sus manos.

Con una ira llameante en los ojos volteo a ver la daga que el intruso había arrojado, yacía ahí entre las llamas, plana y pequeña, con la imagen de una quimera sobre laureles grabada en la hoja. Los arcanistas parecían haberlo derrotado y mantener su secreto a salvo.