Regresaré

El destello me obligó a desviar la mirada. Una ligera brisa resopló llevando consigo el olor de los pinos y las castañas pesé a que la habitación donde me hallaba no tenía ventanas. Era imposible, y sin embargo, ya no resultaba posible negarlo. Desde que la conocí y durante todo este tiempo, Emilia había insistido en la existencia de puertas que conectaban diferentes universos, y ahora estaba ante la prueba irrefutable de ello.

Abrí los ojos sin levantar la mirada del suelo; libros y papeles revueltos lo cubrían por completo. Alcé la vista buscando a Emilia, la encontré de pie a un par de metros de la puerta, mirando hacia mí y sonriendo. Suspire maravillado, jamás la había visto tan feliz, su rostro con forma de lagrima parecía relucir, aunque quizás fuera un reflejo de la luz que el portal despedía.

Bajó el libro que sostenía entre sus manos sin dejar que la página que contenía la llave se perdiera. En sus ojos la emoción que le resultaba aquello era visible. Llevó su mano izquierda a su cabello y comenzó a rizarlo al tiempo que se giraba hacia el portal que había abierto. Conocía bien ese gesto, era el mismo que repetía cada vez que se planteaba hacer algo temerario. Para mí fue evidente lo que pensaba, por lo que me apresure a acercarme a ella y detenerla.

-Emilia- Dije tomándola por el hombro. – Por favor no lo hagas.

Volteó a verme y parpadeo desconcertada, como si no pudiera creer que dijera aquellas palabras.

-Esto es lo que he buscado toda mi vida, Saúl ¿De verdad esperas que me detenga?

La seriedad de sus palabras me dejo plasmado, una sensación de terror me invadió por dentro, subiendo por mi espalda como si se tratara de una serpiente en busca de mi cuello para inocular su veneno.

-Durante todo este tiempo- Comencé a decir- He estado junto a ti, ayudándote, apoyándote… aun cuando los demás me decía que te dejara, que nada bueno me resultaría de relacionarme contigo. No les hice caso, jamás les oí porque ellos no podían comprender la belleza que yo veo en ti, en tus actos, en tus creencias, en la forma en la que has buscado encontrar algo más allá en esta simple existencia. Sé que no vas a detenerte – Carraspee un poco- Pero tengo miedo. Por ti, por lo que pueda pasar… y aún más importante de no volver a verte.

Ella me sonrió, y para mi sorpresa, luego de guardar el libro que sostenía en el pequeño bolso que colgaba de su hombro, sujetó mi rostro con sus manos con tal delicadeza que pude sentir el suave tacto de sus dedos en mis mejillas.

-Regresaré- Me dijo en un tono tan suave que hacia parecer a su voz un susurro. Y parándose sobre las puntas de sus pies se acercó a mi rostro dándome un pequeño y efímero beso en los labios.

Por un instante me quede anonadado viendo como poco a poco Emilia se alejaba de mí y se aproximaba a aquella puerta. Las lágrimas brotaban de mis ojos  sin que en ese momento me diera cuenta, pues me encontraba tan inconsciente de mí mismo que no cabía en mi entendimiento que eso de verdad estaba pasando. No fue sino, hasta que Emilia giro su rostro hacia el portal y su sonrisa saliera de  mi vista que volví en mí. La vi entrar en aquella puerta y desaparecer por completo, en ese momento entré en pánico y corrí tras de ella, sin embargo, tardé demasiado; la puerta se cerró antes de pudiera alcanzarla.

Aún recuerdo como en mi desespero busque el libro que Emilia había usado para abrir la puerta en el suelo, entre los papeles que se habían regado y más aún recuerdo como caí de rodillas frustrado al recordad que ella lo tenía en su bolsa. Se lo había llevado.  

Muchos años han pasado desde entonces y en todos ellos no he dejado de esperar a que regrese. Como lo había dicho, como lo había asegurado.