[O]La chica de mis sueños

-Ella estaba ahí, de pie en la azotea del edificio, se veía preciosa bajo la luz del ocaso- Le dije a Juan- Llevaba un vestido celeste, con encajes en negro que hacían juego con su cabello, el cual le caía hasta los hombros. Vi su rostro de perfil, su afilada barbilla, la forma de sus labios al dibujar aquella sonrisa en ellos, y su nariz, pequeña, diminuta, pero grácil.

>> Giro su rostro y me vio ¡Me vio! Con sus ojos grises relucientes como la plata. Sabía que yo estaba ahí, contemplándola completamente hipnotizado por la delicada forma de su rostro. Y entonces en un acto de crueldad pura me sonrió, a sabiendas que aquel simple gesto entraría por mis ojos y se clavaría no en mi corazón, si no en mi alma y me ataría a ella como si de una droga se tratase, una droga que ella sabría administrarme. Embelesado por su sonrisa apenas pude darme cuenta del movimiento de su mano, lento y sutil, extendiéndose hacia mí, invitándome a tomarla. Y traté, alcé mi mano hacia ella dispuesto a sujetarla, pero entonces…- Vacile un poco- pero entonces…

-Despertaste- Concluyo mi amigo por mí.

-Si- Dije con un aire nostálgico.

Nos encontrábamos en el pequeño jardín de la preparatoria, era nuestra hora libre y como de costumbre nos hallábamos sentados en aquel banco de piedra que yacía cubierto por la sombra del gran nogal que se alzaba por encima de los edificios de la escuela.

Deje escapar un suspiro al tiempo que mis ojos se clavaban en el suelo, más mis nostálgicos pensamientos se dirigieron de vuelta a mi sueño y a aquella chica con la cual llevaba meses soñando. No entendía muy bien cómo es que ella había aparecido en mi mente o porque lo hacía, sin embargo sabía que ella era especial, pues de una forma intangible, aquella que no se puede explicar con palabras y que solo aquellos que alguna vez la han sentido pueden comprender, sabía que aquella chica poseía algo que ninguna otra chica tenia.

No tarde en obsesionarme con ella hasta el punto de dormir tardes enteras e incluso saltarme clases solo para buscarla. Y lo mejor es que, siempre la encontraba. Sin embargo, no todo era perfecto, pues aún y pese a ser un sueño no había hablado con ella. No obstante ambos estábamos consientes de la presencia del otro, viéndonos frente a frente o de reojo, sin poder tocarnos. Aquello era algo extraño, pues me resultaba como si estuviéramos a miles de kilómetros de distancia, pese a estar solo separados por un par de pasos.

Aun así logramos comunicarnos mediante gesto y señas, desde entonces cada vez que tratamos de decirnos algo pasamos un momento divertido, actuando nuestras palabras y tratando de hallarles un significado. No conozco su nombre, más he llegado a pensar en ella sin razón alguna como “Realenis”. Mi Realenis.

-Me he enamorado de ella- Le confesé a Juan- Es todo lo que busco, es graciosa, carismática, divertida, astuta, linda e incluso un poco mandona y cruel en ocasiones- Levante mi vista al cielo- Pero siempre esta ahí cuando la necesito, de alguna manera intuye que algo va mal… Es la chica de mis sueños- Reí- Si tan solo…

-¿Fuera real?- Me interrumpió- Mira, no puedes hacer eso, no puedes enamorarte de una fantasía, quiero decir, no debes enamórate de esa fantasía. Ella es solo un reflejo de ti, seguramente se trate de tu subconsciente o algo parecido. Tu mismo lo has dicho, es todo lo que quieres, cuando la buscas la encuentras y siempre sabe cuando te sientes mal, ¿Quién puede contener exactamente lo que tú buscas? ¿Quién aparece siempre que lo buscas? ¿Quién puede saber cuándo te sientes mal? Tú y solo tú. Solo piensa por que en todo este tiempo no has podido tocarla, o hablar con ella siquiera. Es porque se trata debe tratarse de un espejismo, una representación simbólica de lo que buscas y crees no poder alcanzar- Por favor, no te hagas esto, acepta que ella no es real.

Mire a Juan a los ojos a través del cristal de sus gafas. Ciertamente había preocupación por mí en el verde opaco de su mirada. Aquello me conmovía, desde que nos conocemos Juan siempre había demostrado ser un amigo leal y dispuesto a dejarlo todo para ayudar a los demás. Pero aquello que me pedía yo no podía hacerlo. Él no lograba comprenderlo, nadie que no estuviera en una situación como la mía podría.

-¿Por qué estás seguro de que ella no es real?- Pregunté.

-¡Porque es un sueño! La ves en tus sueños.

-Tu perspectiva de la realidad siempre ha sido muy cerrada, amigo mío.- Le comenté- Desde luego que es un sueño, pero eso no significa que no sea real. – Dije y desvié mi mirada hacia la cuarta ventana del segundo piso del edificio frente a nosotros, desde la cual una chica con un vestido celeste nos observaba sonriendo.

Una sonrisa a la cual, yo correspondí.